El trabajo de un administrador de fincas es fundamental para mantener y gestionar bien una comunidad de propietarios. Además de cumplir con sus obligaciones profesionales, debe seguir un código deontológico que establece unos principios éticos y de conducta. Esto asegura la satisfacción de los propietarios y la calidad de sus servicios. A continuación, te explicamos cómo debe actuar un buen administrador de fincas.
Con diligencia
La diligencia es una cualidad esencial para un buen administrador de fincas. Esto implica actuar con rapidez en la gestión de los asuntos de la comunidad. Debe ser eficiente en su trabajo y estar al tanto de todas las cuestiones relacionadas con la comunidad. Por ejemplo, si se produce una avería en la finca, el administrador debe contactar inmediatamente con el servicio de mantenimiento para solucionar el problema.
Con transparencia
Debe proporcionar información clara y completa a los propietarios. Por ejemplo, el administrador debe presentar a la junta de propietarios informes de gestión y cuentas claros y precisos. O si se va a realizar una obra en la finca, el administrador debe informar a los propietarios sobre los plazos, el coste y las posibles molestias que pueda generar la obra.
Con honestidad
Debe actuar con integridad y no utilizar su posición para obtener beneficios personales o favorecer a algún propietario en detrimento de otros. La honestidad también implica no ocultar información relevante a los propietarios y actuar siempre con transparencia.
Con confidencialidad
El administrador debe mantener la privacidad y proteger los datos personales de los propietarios y cualquier otra información sensible de la comunidad. Por ejemplo, el administrador no debe compartir información sobre las deudas o problemas personales de un propietario con otros miembros de la comunidad. Hay algunas excepciones, como por ejemplo la convocatoria de junta que se acompaña del listado de deudores.
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Con independencia
Debe tomar decisiones de manera imparcial, sin dejarse influir por intereses personales o de terceros. Por ejemplo, el administrador debe actuar de manera objetiva y justa en la asignación de contratos o en la gestión de conflictos entre propietarios.
De Buena fe
Esto implica actuar de forma leal y honrada en la gestión de la finca, buscando siempre el beneficio de la comunidad. Por ejemplo, si un propietario plantea una propuesta para mejorar la finca, el administrador debe evaluar la propuesta de forma objetiva y considerar si es beneficiosa para la comunidad.
En resumen, un buen administrador de fincas debe ser diligente, transparente, honesto, confidencial, independiente y actuar siempre de buena fe. Al seguir estos principios, el administrador de fincas puede garantizar una gestión adecuada de la comunidad y una relación positiva y saludable con los propietarios.
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