Beneficiarse y disfrutar del agua es un hecho cotidiano y, a veces, hasta una actividad ociosa. Pero no en todas las partes del mundo.
La desigualdad de acceso a un recurso tan básico para la supervivencia predice también una amenaza: la de un riesgo futuro de conflictos si no se alcanza un consenso de solidaridad en el planeta. Por eso mismo, la ONU ha declarado este año como lema de la celebración del Día Mundial del Agua el de “Agua para la paz”.
Y para la paz, entendámoslo, no debemos reclamar únicamente la responsabilidad a los Estados. Cada persona con sus hábitos diarios, cada persona con su racional consumo de agua, puede contribuir al mismo propósito con gestos diarios en la vida doméstica.
El aprovechamiento del agua comienza en nuestras casas con millones de personas uniendo esfuerzos en la forma de usarla. Y se prolonga con la actitud social de cada cual. Simplemente no desperdiciándola podemos dar un gran paso conjunto en un viaje común que, sin duda, será más largo.
Las comunidades de propietarios -el Grupo Mediterráneo administra más de seis mil- han sido reconocidas en España como operadoras de agua debido a que la almacenan en sus depósitos y en sus piscinas. Es una obligación disponerla en condiciones saludables, pero también es un compromiso distribuirla con fines sostenibles.
Con ello también contribuimos a la paz.
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