Adquirir una propiedad en pareja siempre implica una gran ilusión por el proyecto de vida que se inicia juntos. Sin embargo, es importante que conozcáis las diferencias que existen entre comprar una casa estando casados o no. En este artículo veremos ambas alternativas a la hora de adquirir un inmueble con el fin de evitar riesgos innecesarios.
Índice de contenidos
Comprar una casa como pareja casada o pareja de hecho
La mayoría de expertos inmobiliarios coinciden que comprar una casa por un matrimonio es mejor que hacerla de soltero, sobre todo por la facilidad ante el banco para que concedan un préstamo o hipoteca.
Ventajas de comprar una casa como pareja casada
Económicamente hablando, es mucho más sencillo adquirir una vivienda siendo dos personas en lugar de una. Las ventajas de comprar una casa en pareja (formalizada o de novios) son:
- Tendréis más probabilidades de que el banco os conceda una hipoteca.
- La ley dispone de documentos legales que os ayudarán en caso de separación o ruptura.
- Asumir los gastos es mucho más llevadero en pareja. Todo se lleva a cabo de manera equivalente y según lo que le corresponda o desee aportar cada uno.
- En caso de que surja algún imprevisto (por ejemplo, que uno de los miembros de la pareja se quede en paro) hay mayor margen de maniobra que si la compra de la casa la realiza una única persona.
Sabemos que, a veces, el amor no dura para siempre, por lo que es recomendable informarse acerca de las diferentes alternativas presentes a la hora de comprar una casa en pareja.
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¿Conviene comprar una casa en pareja, sin estar casados?
Si no estáis casados y queréis comprar una casa, lo más recomendable es establecer por escrito una serie de normas que aclaren la situación en caso de ruptura. Nosotros os aconsejamos que realicéis un escrito público, cuyo coste es de aproximadamente 100 euros, en el que se estipulen unas premisas sobre cómo se gestionaría la hipoteca si la pareja finaliza su relación.
En definitiva, se trata de establecer una comunidad de bienes que regulará los derechos de copropiedad. ¿Por qué? Porque los bancos consideran que concediendo la hipoteca a una pareja casada es más difícil que haya problemas con la hipoteca en caso de separación y se asume menos riesgo.
Este documento debe incluir:
- La participación de cada miembro de la pareja, tanto en la compra de la casa como en la hipoteca. Especialmente, si uno de vosotros va a aportar más dinero que el otro.
- Establecer las normas a seguir en caso de ruptura.
- Fijar las condiciones de actuación si se da la situación de que ninguno de vosotros quiera la casa una vez disuelta la relación.
Diferencias entre comprar una vivienda en pareja o estando casados
Cuando compramos una vivienda estando casados o en pareja de hecho, la adquisición y sus condiciones están asociadas al régimen de dicha unión.
En nuestro país existen dos formas de hacerlo: la separación de bienes y el régimen de bienes gananciales. Si bien es cierto que en la mayoría de comunidades autónomas el matrimonio va directamente asociado al régimen de bienes gananciales, salvo que la pareja indique lo contrario.
Bienes gananciales
En los matrimonios contraídos bajo el régimen de bienes gananciales se diferencian dos tipos de patrimonios. Los patrimonios privativos de cada cónyuge. Es decir, los bienes que aporta cada miembro de la pareja antes de casarse, así como los recibidos por herencia o donación a lo largo del matrimonio. Y el patrimonio ganancial que consiste en las ganancias de ambos cónyuges durante su vida como pareja casada y en donde también se tienen en cuenta los beneficios producidos, tanto por los bienes gananciales como por los privativos.
Separación de bienes
En este caso, los patrimonios de los cónyuges se mantienen separados, lo que significa que los bienes pertenecen a cada uno de los miembros de la pareja antes y después del matrimonio. Es decir, si compráis una casa estando casados bajo el régimen de separación de bienes, cada uno de vosotros será propietario de la parte proporcional que haya pagado. En este sentido, es fundamental tener en cuenta las llamadas capitulaciones matrimoniales. O lo que es lo mismo, el acuerdo en el que la pareja firma las condiciones económicas que regirán su matrimonio.
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