Imaginemos que alguien tiene que trasladar un tesoro de un lado a otro de un acantilado y debe hacerlo por encima de una cuerda, guardando el equilibrio. Imaginemos más: imaginemos que es nuestro tesoro. ¿Agitaríamos la cuerda desde uno de los lados para que caiga? Seguramente no porque deseamos que el tesoro se salve. Pero no basta con que nadie vaya a mover la cuerda; hay otras inclemencias que pueden estropear la travesía, como el viento o las tormentas.
¡Y qué cosas! El administrador de fincas es muchas veces ese equilibrista que tiene que sortear dificultades para llevar una buena administración. Su oficio es exigente.
Gestionar personas, no solo números
Ser administrador de fincas no es fácil. Su actividad no se limita a gestionar presupuestos, atender consultas, preparar Juntas de propietarios o coordinar mantenimientos. Su trabajo reclama además poseer un componente emocional, combinado con altos conocimientos en varias disciplinas. Canalizar diferentes opiniones, saber que debe cumplir plazos imperiosos, manejar a un tiempo lo urgente y lo importante, mediar en conflictos vecinales y acertar en lo técnico y en lo humano demanda un elevado grado de equilibrio.
Cada decisión en una comunidad despierta distintas emociones. Hay propietarios que esperan soluciones inmediatas; otros que necesitan más información; y otros que no se ponen de acuerdo. Por eso el administrador debe escuchar, informar, ofrecer alternativas, mantener la coherencia. En pocas palabras, su labor profesional le pide ayudar para vencer cualquier contratiempo que pueda perjudicar la convivencia en la finca.
Ser puente, no muro
El administrador idóneo no toma partido, pero sí postura. Y tiende a buscar acuerdos, a mediar sin desaparecer. Es natural y muy normal que en comunidades surja la diversidad de opiniones, y ahí es donde el papel de “puente” resulta fundamental para reconducir diferencias, evitar confusiones y rebajar tensiones.
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Aunque pase desapercibido ese trabajo emocional del administrador, su contribución tiene efectos positivos cuando se basa en informaciones reales y transparentes, cuando se potencia el consenso o se previene un problema antes de que estalle.
Mantener el equilibrio no es solo un arte; es una gran necesidad.
J.F.L. / L.R.
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